Volví, o al menos eso creo. Quiero escribir y sacar de mi mente muchos pensamientos, quiero probar ideas, quiero cocinar, quiero hablarles de cómo es ser mamá, quiero sacar toda esta creativdad que tengo acumulada.
Pero… ¿por dónde empiezo?
Todos los años son de aprendizaje, todos los años entendemos un poco mejor nuestro entorno, qué cosas queremos y nos gustan, a quiénes queremos que sigan formando parte de nuestra vida, qué queremos desechar por completo.
Parece sencillo, simplemente decir: “Quiero esto”, “Me deshago de esto otro”, “Le dejo de hablar a fulanito porque ya no me aporta nada”. Y es cierto que para algunos es fácil salir de situaciones tóxicas, relaciones, trabajos, lo que sea que ellos consideren tóxico en su vida. Pero habemos otros, que nos cuesta un poco más.
Pero también es cierto que la vida tiene su forma de abrirnos los ojos y hacernos entender qué cosas sí y qué cosas no, quiénes sí y quiénes no, aunque al final del día, es decisión nuestra quedarnos o irnos.
Este año entendí que por más que me preocupe porque no le pase nada malo a las personas a mi alrededor, está completamente fuera de mi control lo que pase en sus vidas. Que mi trabajo no es cuidarlos. Mi trabajo es ser apoyo, mi trabajo es ser alguien que escucha, que comprende, que aconseja de ser necesario. Mi trabajo es abrazar cuando esa persona lo necesite.
Entendí que tengo que ser mi prioridad, que debo cuidarme a mi, cuidar mi salud mental. Que Soy Mi Prioridad. Y que ser mi prioridad es sinónimo de: dejar ir todo lo que intoxique mi vida, poner límites, aprender a decir que no, aprender a pedir y a aceptar ayuda. Ser mi prioridad significa que no puedo ponerme a un lado para que otros estén bien. Que puedo ser de apoyo, sin sacrificar mis cosas.
Aprendí que no todos los que forman parte de tu vida tienen buenas intenciones, que es necesario decirles adiós y no necesitas darles explicaciones. Aprendí que puedo decir que no y no debo sentirme mal por eso. Aprendí que los cumplidos son más fuertes que esas críticas que nos hacen con intención de herir.
Y no es que no supiera estas cosas, creo que mi mente ya lo sabía, pero mi corazón necesitaba tiempo para ponerse a la par.
Porque es difícil, es difícil dejar hábitos tóxicos, es difícil dejar atrás el sentimiento de “por qué siempre a mí”, es difícil decirle adiós a personas que pensabas que tendrías junto a ti para toda la vida, es difícil perdonar, es difícil poner límites, es difícil decir que no. Pero es difícil si no estás dispuesto a hacer el esfuerzo de desaprender para aprender.
Desaprender que a la familia uno puedo permitirle que te juzgue y te maltrate, desaprender que podemos dejar que nuestras amistades nos utilicen o nos pasen por encima, desaprender que tu pareja tiene control sobre ti, desaprender que el trabajo implica sacrificios que nos traen infelicidad, desaprender quedarte callado para no herir a otros.
Tenemos que aprender a decirle que no a todo aquel que crea que nuestro tiempo es suyo, aprender a poner límites a todo el “que crea que puede pisotearnos, burlarse de nosotros, juzgarnos. Aprender que una relación de pareja es un equipo, que ambos tienen que aportar a la relación amor, respeto y empatía. Aprender a que los “sacrificios” que hagamos en el trabajo no pueden ser a costa de nuestra felicidad. Hay que aprender a hablar en voz alta. Decir con un tono de voz fuerte: ¡No más!
No más aceptar migajas para que los demás tengan la rebanada más grande, no más quedarme en silencio para que otros puedan sentirse bien con ellos mismos, no más ser un saco de boxeo para que la otra persona no se sienta mal.
Hay que aprender a ponernos primero, sé que siente como que hay que ser egoístas, y sí, hay que ser un poco egoístas para ponernos primero.
Pero también tienes que pensar: ¿cómo puedes ayudar a las personas a tu alrededor si tú no descansas porque te la pasas ayudando a que otros estén bien? ¿Cómo puedes ser soporte para tus seres queridos si te estás quebrando porque no tienes ni ánimos para levantarte de la cama?
Para poder ayudar y ser apoyo de las personas que quieres, tienes que asegurarte de que tú estás fuerte, porque no puedes pedirle a alguien que se apoye en ti, si estás al borde del colapso.
Es momento de detenernos, mirar a nuestro alrededor y preguntarnos: ¿qué me quiero llevar conmigo? ¿Ese amigo que cree que debo hacer lo que quiere? ¿Ese familiar que critica todo lo que hago? El trabajo que tengo ahora mismo, ¿tengo oportunidad de crecer aquí o solo me estoy quedando porque me da miedo el cambio?
(Obvio hay excepciones con esto del trabajo, no seamos extremistas con mi comentario, sé que a veces no hay muchas opciones y conseguir trabajo es complicado).